Por: Miguel Ruíz Cabañas. Embajador del Servicio Exterior Mexicano. Fue embajador en la OEA, Japón, Italia, la FAO y Subsecretario de Asuntos Multilaterales en SRE. Dirige la Iniciativa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el Tec de Monterrey.

México es una potencia. Somos la 14ª economía del mundo. Formamos parte del G20, el selecto grupo que reúne a las veinte economías más grandes del globo. Somos el 12 país con más exportación global. Formamos parte del T-MEC en América del Norte, y nos hemos convertido en el principal exportador a Estados Unidos.

Con 130 millones de habitantes, somos el 11º país más poblado del mundo. Nuestra población sigue siendo mayoritariamente joven, con un promedio de edad de 29 años. El territorio de 2 millones de kilómetros cuadrados nos convierte en el 13º país más extenso del mundo. También somos una potencia cultural y turística. La nación más grande de habla hispana.

México es también el 7º país en el mundo, y el 1º en América, con más sitios reconocidos (37) como patrimonio mundial por la UNESCO. Es el 7º país que recibe más visitantes.

Pobreza, salud y educación, desafíos

Es cierto. Enfrentamos enormes desafíos. El primero es la pobreza, aunque es justo reconocer que en los últimos años logramos reducirla de 41.9% a 36.3% del total de la población. Pero la pobreza aún afecta a alrededor de 47 millones de mexicanas y mexicanos. Tenemos enormes desigualdades económicas, sociales y regionales. Los sistemas de salud, educación y acceso a una vivienda digna presentan enormes rezagos. La seguridad se ha convertido en un reto formidable por la presencia del crimen organizado. El medio ambiente se ha deteriorado. El territorio padece alto estrés hídrico y es vulnerable al cambio climático.

Con la economía más abierta del mundo

México es un país norteamericano. Compartimos una larga frontera con Estados Unidos, una de las dos grandes superpotencias en el siglo XXI. Pero también forma parte de Centroamérica, el Caribe y de Latinoamérica. Además, mantenemos vínculos históricos, económicos y culturales con Europa, así como la región de Asia-Pacífico.

Somos una nación vinculada a lo que sucede en el mundo. No nos podemos aislar. Debemos prestar más atención a los grandes cambios mundiales y regionales que están ocurriendo. Tenemos una de las economías más abiertas del mundo. Según el Banco Mundial, el valor de nuestro comercio exterior, la suma del total de nuestras exportaciones e importaciones representó el 88% de nuestro Producto Interno Bruto en 2022. Es decir, la mayor parte de lo que producimos está directamente conectado con lo que importamos y exportamos.

Dependencia del exterior

Además de la dependencia del comercio exterior, la Inversión Extranjera Directa (IED) es un componente importante de nuestro PIB. En 2023, la IED sumó 35 mil millones de dólares, lo que representó 12% de la inversión total, y casi 15% de la inversión privada, o sea un porcentaje superior a 2.3% del PIB.

La dependencia exterior de México se acentúa con los 60 mil millones de dólares de remesas que recibió el país en 2023, equivalentes a 4.62% del PIB. Nuestra profunda vinculación con el mundo, y particularmente con Estados Unidos, se aprecia aún más por el hecho de que alrededor de 38 millones de mexicanos, o descendientes de mexicanos, 11 de ellos nacidos en México, viven en el país vecino del norte.

Por una política exterior proactiva

Los retos internacionales inmediatos: la migración regional irregular, el crimen organizado, el tráfico ilegal de armas, la distribución de agua en la frontera norte, y el acelerado cambio climático, requieren soluciones bilaterales, regionales o globales. El control efectivo de estos riesgos y amenazas depende de nuestra capacidad de negociación internacional.

Con políticas públicas acertadas, incluyentes y de largo plazo podemos hacerles frente a nuestros grandes desafíos. La de mayor impacto es la política exterior. Aunque pocas veces se aprecia, tiene una influencia real en la vida diaria de las y los mexicanos.

Para México es vital poseer una política exterior proactiva y preventiva, no reactiva. México demanda un servicio exterior con profesionales altamente calificados, comprometidos en identificar oportunamente oportunidades y riesgos para la seguridad y el desarrollo del país.

Nuestros diplomáticos deben continuar con la protección de millones de mexicanos en el exterior, atraer más y mejores inversiones que nos ayuden a crecer sin contaminar, a promover más exportaciones, así como la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, atraer más turismo, a proyectar nuestra cultura, y a alentar la cooperación regional e internacional.

Sin embargo, desde hace décadas invertimos poco en nuestra política exterior. La proporción de recursos del presupuesto federal destinados a este rubro ronda el 0.15%, por debajo de lo que invierten Alemania (0.80); Argentina (0.21); Australia (1.30); Canadá (2.05); Colombia (0.46); Corea del Sur (0.50); España (0.41); Francia (1.20); Israel (0.50); India (0.20); Italia (0.40); Japón (0.70); Países Bajos (1.00); Noruega (1.20); Suecia (1.10); Sudáfrica (1.00), o Turquía (0.30).

El Servicio Exterior Mexicano con profesionales calificados no ha crecido desde hace décadas, pues cuenta con 1,066 profesionales (720 diplomáticos y 346 técnicos y administrativos). Atienden 84 embajadas, 67 consulados (53 en EU), 7 misiones ante organismos internacionales, y 3 oficinas especiales.

México tiene menos personal diplomático que los países del G20, de la OCDE y de países latinoamericanos como Argentina (1,200), o Brasil (1,500). Nos faltan diplomáticos profesionales calificados para la defensa y promoción de nuestros intereses.

La inversión en política exterior que se requiere es, en realidad, reducida, pero sería altamente redituable. Las grandes potencias siempre han invertido en su política exterior. Es lo que hacen potencias medias: Corea del Sur, Brasil, Turquía, India, Israel, o Sudáfrica. México debe invertir de manera estratégica en su política exterior con la finalidad de satisfacer sus objetivos nacionales.